La importancia de la asertividad en las relaciones sociales, profesionales y de pareja
- Alexander García Hernández
- hace 5 días
- 2 Min. de lectura

La asertividad es una de esas habilidades invisibles que, cuando se desarrollan, transforman la manera en que nos relacionamos con los demás. No se trata simplemente de “saber decir lo que uno piensa”, sino de encontrar un equilibrio entre expresar nuestras necesidades y respetar las de los demás. En un mundo en el que a menudo se confunde sinceridad con brusquedad, o amabilidad con sumisión, la asertividad se convierte en una brújula que nos permite comunicarnos de forma honesta, clara y respetuosa.
En las relaciones sociales, la asertividad evita muchos malentendidos y roces innecesarios. Cuando logramos expresar un desacuerdo sin caer en la hostilidad ni en la pasividad, abrimos la puerta a vínculos más genuinos y duraderos. Decir “prefiero esto” o “esto me incomoda” con naturalidad es un gesto de cuidado hacia uno mismo y hacia los demás, porque genera un terreno donde las diferencias no son amenazas, sino oportunidades para comprender mejor al otro.
En el ámbito profesional, esta habilidad adquiere una relevancia enorme. La capacidad de plantear ideas, rechazar propuestas o marcar límites sin miedo a represalias marca la diferencia entre un entorno laboral en el que impera la tensión y otro en el que se fomenta la colaboración. Ser asertivo no significa imponerse, sino transmitir seguridad y claridad. Un trabajador o un líder que comunica desde la asertividad contribuye a crear climas más productivos y humanos, donde la confianza sustituye a la desconfianza y el respeto desplaza a la imposición.
En la pareja, la asertividad es casi sinónimo de salud emocional. Poder hablar de deseos, frustraciones o miedos sin temor al juicio del otro permite que el vínculo se construya sobre la autenticidad. Cuando uno se calla por evitar conflictos, o por el contrario explota de manera agresiva, la relación se resquebraja poco a poco. En cambio, un “me siento así cuando ocurre esto” o un “necesito que me escuches en este momento” son expresiones asertivas que no solo previenen el desgaste, sino que fortalecen la complicidad y la confianza.
En definitiva, la asertividad no es un lujo ni una técnica reservada para unos pocos, sino una herramienta esencial para vivir mejor en cualquier contexto. Cultivarla implica aprender a reconocer lo que sentimos, a comunicarlo con respeto y a escuchar activamente al otro. Es un proceso que requiere práctica y paciencia, pero cuyos beneficios —relaciones más sanas, entornos laborales más equilibrados y parejas más conectadas— hacen que el esfuerzo merezca la pena.
Comentarios