top of page
Buscar

"Afortunadamente…" cuando todo va mal: una forma poderosa de reconstruir el relato


En consulta veo con frecuencia cómo las personas atrapadas en dinámicas de ansiedad, depresión o conflictos de pareja tienden a contar sus experiencias con un sesgo marcadamente negativo. No es que exageren —muchas veces el dolor es real y justificado—, pero lo que suele estar ausente es el matiz: el “afortunadamente” que permite reconstruir una historia más completa.


¿Por qué importa tanto una palabra?


El lenguaje no solo describe lo que vivimos: también estructura cómo lo interpretamos. Cuando nos decimos “Me dejaron en visto, otra vez. Nadie me tiene en cuenta”, lo que hacemos es consolidar una narrativa de exclusión. Pero si a esa frase le añadimos un “Afortunadamente tengo otras personas que sí me escriben con interés”, no estamos negando el dolor, sino ampliando el foco.


Este pequeño giro verbal tiene un gran impacto emocional. Introducir un “afortunadamente” no es autoengaño: es permitirnos ver el conjunto, sin quedarnos atrapados en el fragmento más oscuro.


Ejemplos cotidianos de “afortunadamente”


  • “Me han rechazado en ese trabajo que tanto quería. Afortunadamente, me ha hecho replantearme qué tipo de empleo encaja realmente conmigo.”

  • “Mi pareja y yo discutimos otra vez. Afortunadamente, esta vez fui capaz de expresar cómo me sentía sin explotar.”

  • “Tengo días en los que todo me cuesta horrores. Afortunadamente, estoy empezando a reconocerlo y a pedirme menos.”


No se trata de buscar el lado positivo a la fuerza, sino de sostener una visión más rica y compasiva de la experiencia.


¿Qué ganamos al practicarlo?


  • Mayor regulación emocional: al abrir el relato, disminuye la intensidad del malestar.

  • Sentido de agencia: recordar lo que sí hicimos bien o lo que aún funciona fortalece nuestra percepción de control.

  • Menos rumiación: cuando todo parece una catástrofe sin fisuras, es más difícil dejar de pensar en ello. El “afortunadamente” introduce una pausa.

  • Mayor resiliencia: se convierte en un hábito mental que nos entrena para tolerar la ambivalencia emocional.


¿Cómo introducirlo en tu día a día?


  1. Al final de una queja, añade un “afortunadamente…” espontáneo. No tiene que ser brillante, solo sincero.

  2. Revisa tu relato mental del día: ¿te estás contando solo la parte mala?

  3. Practícalo por escrito. Un ejercicio útil es anotar cada noche tres cosas malas del día… seguidas de un “afortunadamente” realista.


No es positivismo ingenuo, es madurez emocional


No pretendo que nadie se conforme con lo malo ni que ignore su malestar. De hecho, los pacientes que aprenden a usar este recurso suelen validar mejor sus emociones: saben que una situación dolorosa puede tener matices, y que reconocerlos no resta profundidad, sino que añade perspectiva.


En terapia, introducir esta práctica puede marcar una diferencia significativa. A veces basta con una sola palabra para empezar a reconstruir una historia más habitable.

Comentários


  • Psicologo Alexander
bottom of page