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“Tengo miedo de tener ELA”: cuando el cuerpo se convierte en obsesión

Actualizado: 28 may

  • Porque tener miedo a enfermar también merece atención psicológica


En consulta, no es raro encontrar personas atrapadas en un bucle de miedo constante por su salud. Dentro de la ansiedad por enfermedad —anteriormente llamada hipocondría— hay una preocupación que, en los últimos años, se ha vuelto especialmente frecuente: el temor a padecer esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Una enfermedad neurodegenerativa poco frecuente, pero mediáticamente muy presente.


Este miedo no aparece en el vacío. Noticias, documentales o testimonios en redes sociales, aunque bien intencionados, pueden actuar como desencadenantes. Basta con sentir un pequeño temblor, una sensación de debilidad en un brazo o una leve dificultad al tragar, para que la mente inicie un proceso implacable de hiperobservación y catastrofismo: ¿Y si tengo ELA?


Del síntoma al pánico


Lo que en otra persona sería un olvido anecdótico o una molestia sin importancia, en quienes padecen ansiedad por enfermedad se convierte en una señal de alarma. En estos casos, no se vive el síntoma como algo pasajero, sino como la posible prueba de una enfermedad grave, irreversible y mortal. Este pensamiento no se calma fácilmente con pruebas médicas, porque el problema no está en el cuerpo, sino en la interpretación que hacemos de él.


En el caso concreto del miedo a la ELA, se suman tres ingredientes muy potentes:

  • La gravedad de la enfermedad

  • La ausencia de una cura definitiva

  • La posibilidad de un inicio “invisible” o difícil de detectar


Esto convierte cualquier fallo muscular en una fuente de angustia intensa, alimentando una espiral de comprobaciones, visitas médicas, búsqueda de información en internet y autorregistros obsesivos del cuerpo.


Una trampa mental agotadora


Lo que más suele desgastar no es el miedo en sí, sino la lucha constante por estar seguros. Y en este tipo de ansiedad, la seguridad nunca es suficiente. Incluso después de varias visitas médicas con resultados normales, la duda persiste: ¿Y si se les ha escapado algo? ¿Y si esta vez sí es real?


El sistema nervioso, ya sobrecargado por el estrés, puede generar síntomas físicos reales: hormigueos, temblores, tirones, dificultad para respirar… lo que, paradójicamente, refuerza la idea de que algo va mal. Es un círculo vicioso que puede llevar a un deterioro importante en la calidad de vida: aislamiento, alteraciones del sueño, baja laboral o consumo compulsivo de información médica.


Cómo abordarlo desde la terapia


Desde la intervención psicológica, es fundamental entender que no se trata de quitar el miedo de golpe, sino de modificar la relación con ese miedo. Algunas estrategias que trabajamos en terapia incluyen:


  • Psicoeducación sobre la ansiedad por enfermedad y sus mecanismos

  • Identificación de patrones de comprobación y búsqueda de seguridad

  • Exposición gradual a las sensaciones corporales temidas

  • Reestructuración de creencias disfuncionales sobre la salud

  • Trabajo emocional con la incertidumbre y la necesidad de control


El objetivo no es convencer al paciente de que está sano, sino ayudarle a vivir sin estar constantemente a prueba de enfermedad.


Conclusión: vivir sin comprobar


Tener miedo a enfermar es humano. Pero cuando ese miedo toma el control, nos desconecta del presente y nos sumerge en un estado de hipervigilancia corporal agotador. Si te has sentido identificado con lo que has leído, si el miedo a la ELA o a cualquier otra enfermedad condiciona tus días, recuerda que hay un camino para recuperar la calma. La terapia puede ayudarte a volver a confiar en tu cuerpo y a dejar de vivir como si cada síntoma fuera una amenaza.

Comentarios


  • Psicologo Alexander
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