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El carnet de buena madre

Una mirada crítica a las exigencias invisibles de la maternidad


Ser madre hoy en día parece implicar algo más que criar: también hay que aprobar exámenes invisibles, recibir la aprobación del entorno, cumplir expectativas sociales y, de paso, no perder la compostura. A este sistema informal y exigente lo podríamos llamar, irónicamente, el carnet de buena madre.


¿Quién lo otorga?


Nadie lo entrega oficialmente, pero muchas madres sienten que lo tienen que merecer constantemente. La sociedad, las redes sociales, la familia, incluso otras madres... todos opinan. Y la exigencia no es solo sobre lo que haces, sino sobre cómo lo haces: con calma, con sonrisa, con paciencia infinita y sin que se note el cansancio.


El mito del sacrificio total


Uno de los criterios más tóxicos para obtener ese carnet imaginario es la autonegación. Se transmite la idea de que una madre “de verdad” lo da todo, lo deja todo, se sacrifica sin medida. El resultado es que muchas mujeres llegan a terapia rotas, extenuadas, desconectadas de sí mismas. Y lo más triste es que creen que eso es lo que toca, lo que significa amar bien.


Pero... ¿qué pasa cuando una madre también se cuida? ¿Cuándo dice “necesito un rato para mí”, o “no llego a todo”? ¿Pierde puntos en ese carnet imaginario? En absoluto. Al revés: una madre que se cuida enseña a sus hijos a cuidarse.


El miedo a no ser suficiente


Otra trampa frecuente es la del miedo: miedo a hacerlo mal, a que los hijos sufran, a repetir patrones, a fallar. Ese miedo puede llevar a un control excesivo o a una autoexigencia brutal. Se intenta prevenir todo daño… a costa de un desgaste inmenso. Lo que muchas madres no saben es que los hijos no necesitan madres perfectas, sino madres suficientemente buenas: presentes, humanas, con errores y aciertos, con capacidad de reparar, de pedir perdón, de evolucionar.


¿Y si rompemos el carnet?


En consulta, a menudo acompaño a mujeres que llegan agotadas de intentar estar a la altura de un ideal imposible. El primer paso suele ser romper ese carnet simbólico, cuestionar las reglas que lo sustentan y empezar a construir una maternidad más libre y auténtica.


Una maternidad que no se mida por la perfección, sino por el vínculo. Que deje espacio para el autocuidado sin culpa. Que permita decir “no puedo más” sin sentir que se está fracasando.


Algunas preguntas para reflexionar


  • ¿Qué creencias tengo sobre lo que debe ser una buena madre?

  • ¿A quién intento agradar o no decepcionar?

  • ¿Cuándo fue la última vez que me prioricé sin sentirme egoísta?


Conclusión


El carnet de buena madre no existe. O si existe, ojalá lo otorgaran los hijos cuando, al crecer, dijeran: “Gracias por haber sido tú. No perfecta, pero sí presente, coherente y humana”. Y si en algún momento te sientes juzgada o insuficiente, recuerda: no estás sola y no estás fallando. Estás viviendo una experiencia enorme, compleja y profundamente humana.


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  • Psicologo Alexander
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