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Reproches: los compañeros invisibles que enfrían la relación


En muchas parejas, los reproches no se gritan. Se deslizan en silencios, miradas o frases con doble filo. A veces parecen pequeños, incluso inocentes: “Claro, como tú nunca te equivocas” o “No esperes que me apetezca hablar después de cómo has estado hoy”. Pero lo cierto es que estos comentarios funcionan como termitas emocionales: no se ven, pero poco a poco van debilitando los cimientos de la relación.


¿Qué es un reproche y por qué aparece?


Un reproche es una forma indirecta de expresar malestar. En lugar de hablar desde el deseo o la necesidad (“me gustaría que estuviéramos más tiempo juntos”), aparece en forma de juicio o acusación (“siempre estás con el móvil, nunca te importa lo nuestro”).


Suele surgir cuando hay emociones no digeridas: frustración, decepción, tristeza o soledad. Como no sabemos cómo expresarlas —o no nos sentimos seguros para hacerlo—, las convertimos en una crítica envuelta en hostilidad. Y ahí comienza el deterioro.


¿Por qué hacen tanto daño?


Porque no construyen, no acercan. Lo que consiguen es que la otra persona se ponga a la defensiva, se cierre o devuelva el golpe. En lugar de generar conexión, abren una brecha.


A largo plazo, los reproches generan tres efectos muy claros:

  • Desgaste emocional: uno siente que haga lo que haga, nunca es suficiente.

  • Distanciamiento afectivo: el otro se protege retirándose, emocional o físicamente.

  • Percepción de injusticia: cada uno se convence de que tiene razón, pero la relación pierde calidad y calidez.


El ciclo del reproche: un patrón que se retroalimenta


Los reproches no suelen aparecer solos. Se convierten en parte de un ciclo. Uno se siente ignorado, lanza un reproche. El otro se siente atacado, responde con frialdad. Y el primero, al notar esa distancia, reprocha de nuevo.


Este tipo de dinámica crea un “círculo vicioso” que puede durar años si no se trabaja. Lo más peligroso es que muchas veces las parejas normalizan este estilo de comunicación, pensando que es lo habitual. Pero lo habitual no siempre es lo saludable.


¿Qué hacemos en terapia cuando aparecen los reproches?


Cuando trabajo con parejas donde los reproches están presentes, el objetivo no es simplemente que dejen de lanzarlos, sino ayudarles a entender qué hay debajo. Un reproche no es solo una crítica: es una señal de que hay algo importante que no se ha dicho del todo.


Algunas claves que abordamos en consulta:

  • Transformar el reproche en necesidad: “Siempre llegas tarde” puede traducirse en “me siento poco importante para ti”.

  • Entrenar la expresión emocional directa y vulnerable, sin atacar.

  • Revisar expectativas no habladas, que muchas veces están en el origen del malestar.

  • Fomentar espacios de comunicación estructurada, donde puedan hablar sin interrumpirse ni acusarse.


La metáfora de la mochila invisible


Cada reproche no expresado adecuadamente es como una piedra que se mete en la mochila de la relación. Al principio pesa poco, pero con el tiempo se hace insoportable. Nadie la ve, pero ambos la sienten. Hasta que uno de los dos deja de querer seguir caminando.


Trabajar sobre los reproches es, en realidad, trabajar sobre el vínculo, sobre cómo cuidar lo que nos une y no solo señalar lo que nos separa.


Conclusión: reprochar es fácil, conectar es valiente


Reprochar es una forma inadecuada de decir “me duele”. Pero si aprendemos a mirar con honestidad qué hay debajo, podemos cambiar el juicio por la comprensión. Las parejas que mejor funcionan no son las que no discuten, sino las que saben cómo reparar después de hacerlo.

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  • Psicologo Alexander
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